Este domingo, sexto de Pascua, un grupo numeroso de las Comunidades de la Parroquia de San Juan, convirtieron este lugar emblemático en un templo magnífico, en el se escuchó un grito unánime de gloria y de alabanza, y se proclamó la buena noticia de un testimonio de vida. Los transeúntes miraban con cierta curiosidad y, en el fondo, musitaban por dentro: me gustaría tener La Paz y la alegría de esta gente. Solo por esto, ha valido la pena.
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